jueves, 17 de junio de 2010

Coincidencia

de Leo Mercado

La muchacha ocupa el rincón que da a la puerta de la calle Urquiza. El muchacho el opuesto de Florida. Ambos se miran, se piensan. Y hay un instante, pequeño, diminuto, que los dos ignorarán siempre, en el que el amor (el verdadero amor) es posible. Y sucede justo antes de que los dos vuelvan a ser el solitario abogado repleto de papeles que camina solo por la recova en un día de lluvia, y la profesora de literatura francesa que piensa que el mundo es una extensión del tiempo perdido de Proust, mientras estira el brazo para tomar un taxi