jueves, 17 de junio de 2010

Coincidencia

de Leo Mercado

La muchacha ocupa el rincón que da a la puerta de la calle Urquiza. El muchacho el opuesto de Florida. Ambos se miran, se piensan. Y hay un instante, pequeño, diminuto, que los dos ignorarán siempre, en el que el amor (el verdadero amor) es posible. Y sucede justo antes de que los dos vuelvan a ser el solitario abogado repleto de papeles que camina solo por la recova en un día de lluvia, y la profesora de literatura francesa que piensa que el mundo es una extensión del tiempo perdido de Proust, mientras estira el brazo para tomar un taxi

domingo, 18 de abril de 2010

Las razones

de Guillermo Iglesias
Ojo! Uno no sólo quiere que lo amen, quiere que lo amen por razones que no sean equivocadas ¿Cómo me venís a querer porque soy bueno y tengoojos azules? ¡Quiero ser malo y que me quieras en la oscuridad!Veamos: la culpa la tiene mi mamá – que para eso está(estuvo)- y seguramente me quería por todo, pero elegía. Hasta crear sin proponérselo un complejo sistema de razones. Sistema de razones que uno se lleva puesto y exhibe cuando quiere ser querido. O sea, siempre. Y ahí sale uno como un pelotudo a
tener ojos azules y estar bien peinado, a decir muchas gracias y faltaría más después de usté (d)Y es cierto: después de usted, faltaría más. Faltaría alguien que se abra camino hasta esto que realmente soy (y que vaya uno a saber).Una vez estuve hablándole de Borges a una poetiza (¡madre de Dios!) Era una poetiza de hermosas tetas y anteojos -fórmula que siempre me pudo- así que yo dale: Que Borges esto, que Borges lo otro y que “Limites”.”De estas calles que ahondan el poniente- Una habrá, no se cual, que he recorrido”.Algo más tarde, mientras nos vestíamos, me dijo que le había gustado de mí, la forma en que tomaba el pocillo con las dos manos “como protegiéndolo”. Minga con mi disertación sobre este muchacho Borges y todo eso.Ese día me di cuenta, (no sé bien de qué). Pero me di cuenta..

Que llueva

de Isabel Gonzalez

La de los días de lluvia era diferente, mimetizaba con la suya, no era una tristeza solitaria. La de los días de sol era mucho más dolorosa, desgarradora su ausencia, hiriente su distancia, absolutamente muerta su mirada. Salió a la calle, sin paraguas, nadie podría distinguir entre la lluvia y las lágrimas.

Acechanza

de Elisa
La de los días de lluvia es impermeable y transparente, cuando hace frío se pone una con ribetes de piel, mi preferida es la roja con capucha. No sé si me gusta más por sus piernas infinitas, por su mirada provocativa o porque es la única chica capaz de lucir esa prenda. Todas las tardes se dirige al bosque con la excusa de visitar a su abuela, pero yo sé que se cita con un tal Lobo que tiene moto y dinero para pagarle las copas. Desde el puente de la autopista la veo alejarse, abrazada a la cintura del tipo, mientras la capa les revolotea alrededor.
CONCURSO FEBRERO
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Primer premio


La adorable Cecilia Isabel Gonzalez

Dormida y desnuda bajo el viejo árbol, cargado de rojos y de aromas, yace la adorable Cecilia abandonada. Pausada se despereza dejando que sus pechos relajados se derramen. Al poco ladea ligeramente el cuello, rendida y entregada. Uno de sus muslos se eleva lentamente ocultando, sin quererlo, el movimiento de su mano. Sus ojos cerrados premeditadamente, el gesto de placer de su sonrisa y el rítmico jadeo que surge de sus labios entreabiertos, compiten con el sonido del aleteo de unos pájaros que huyen como si presintieran algo . Es entonces cuando Cecilia, zénit exaltado, vuelve la vista hacia la vieja valla . Conoce de sobras mi trayecto y mis horarios. Ya sabe, desde hace rato, que yo la estoy adorando.


Segundo premio

Primavera de Holbein ( Guillermo Escribano)

Atravesé aquella infame frontera, muerto de hambre, dolorido de frío. La miseria me despedía con un halo triste y familiar al otro lado. Una semana después, en medio de la gran nevada fui a dar con mis huesos en el granero del pastor Elijah W. Crown. Su mujer Enma me retuvo vivo domando la fiebre que me arrastraba de vuelta al infierno. Friegas, paños, rezos y él, al fondo con su biblia, implorando mi curación. Se sucedieron una seria de milagros: sané, me dieron trabajo como criado, me adecentaron un cobertizo y se terminó el invierno.Ahora soy feliz: tengo mucha faena en la granja, un techo y comida. Terminé el nuevo cercado, la primavera avanza, los cerezos nos encandilan y los pájaros trinan mi libertad. Mi ama Enma ha sufrido una extraña transformación. Hoy, tras la partida del pastor de madrugada, salió canturreando hacia el río, se bañó desnuda y ahora permanece así, secándose al sol, como vino al mundo, sin reparar en mi presencia. El pastor estará ausente unos días, reunido con los principales del condado. Empieza a despertar un orgullo de hombre, que creía perdido, dentro de mí.


Mención

Beso imposible No coments

¡Ay, mi bella princesa! Si pudiera llegar hasta ti y superar los obstáculos que me separan de tu Paraíso… mas el hueco presente entre estos postes de madera, tan sólo me permite admirar desde la distancia tu cuerpo desnudo sobre la hierba. Si al menos me oyeras… pero mis esforzados cánticos de amor son apenas susurros para ti. Si me fuera posible atravesar esta barrera que nos separa ... te daría el mayor beso que jamás hayas recibido. Pero soy un príncipe encerrado en un minúsculo cuerpo de sapo. ¿Qué más puedo hacer sino morir de pena?

CONCURSO ENERO 2010





Primer premio:


La Carta de Yesica Ruiz


Y es que no entiendo que sucedió entre nosotros, la magia, los colores desaparecieron. ¿Acaso la sangre que corría por nuestras venas no detuvo tu determinación? ¡Dime! ¿Tanto odio te corrompió?Tu vida y la mía se mezclaron en este paraíso caído, no hay culpables. Quizás yo fui más, o lo que es peor tus fantasmas internos no te dejaron descubrir lo maravilloso de tu ser, opacaron la realidad y desataron tus instintos más bajos y aborrecibles.¿Cuál fue el desarraigo que sentiste? ¡Vaya confusión! Bifurcaciones de la vida.Hoy estoy lejos tratando de entenderte, estoy al lado del Dios que nos separó.La envidia, el empedernido odio de tu alma, tu ferocidad animal hecha hombre; gloria insípida has logrado.Pido perdón si mi existencia no te ha dejado ser feliz. Hoy he muerto, mis lágrimas de sangre marcan el final. ¡Bienaventurado algún día serás!

Tu hermano Abel


Segundo Premio:


Batalla de Claudia Sánchez


Las bombas de protones tienden a permanecer activas. Por eso debemos desactivarlas cada veinticuatro horas. Y así logramos que el ácido clorhídrico no salga de su cápsula y haga estragos en las paredes nuevamente. De hecho, la grieta más importante, ya está prácticamente cerrada. En catorce días volveremos a hacer una inspección y si confirmamos que el campo de trabajo se ha neutralizado, entonces atacaremos al enemigo con la artillería pesada. Aunque haya que tomar decisiones drásticas, tenemos que asegurarnos la muerte del Helycobacter pílori, me comprende?-Comprendo. Haré lo que tenga que hacer, con tal de evitar el quirófano doctor. Le tengo fobia a las agujas.


Mención


El secreto de Roy Dávatoc


Los rumores se paseaban por las calles después de aquel asesinato. Antonio empezaba a llegar tarde por esas cosas del trabajo.Mariana siempre iba a esperarlo a la estación del tren todas las noches y fue entonces que ocurrió todo. Asesinaban a un hombre frente a sus ojos, tal vez mañana sea la nueva noticia del pueblo y Mariana era testiga de aquel asesinato. Las piernas le temblaban como carrizo; parecía un manojo de nervios. Contra todo pronóstico, decidió seguir al asesino hasta el final de la estación. La entrada parecía un arco donde vivían las sombras. No lo pudo divisar muy bien. El asesino se percató de la presencia de Mariana y quizo voltear ,pero desde el fondo de él una voz piadosa le rogó dejarla ir. Y todo explotó en colores. Mariana muy asustada no pudo ver con claridad lo que ocurria. Criaturas extrañas rodeaban al asesino como si quisieran meterse dentro de cuerpo y fue ahí donde la transformación surgió. El asesino empezó a quejarse en la metamorfosis que experimentaba, tenía especie de un caballo y de un hombre; quizá era un minotauro de aquellas leyendas. El cielo voló en mil colores como de una explosión dejando al minotauro rendido. Volvió la claridad y Mariana vio tendido el cuerpo desnudo de un hombre y sin reacción; cautelosa se acercó y de sus ojos detonaron lágrimas. Mariana estaba viendo a Antonio tendido en el piso sin pulso y sin aliento.

martes, 23 de febrero de 2010

Aceptación

de Carlos Díaz

Sabes, me encanta ese brillo que hay en esos hermosos ojos aceitunados que tienes. Me fascinan esa sonrisa y esos labios que deslumbran, que roban, que matan.
Se te ve magnífica, preciosa y a leguas veo que la pasión te tiene la piel llena de caricias.
Puedo ver en tu rostro como la ilusión del amor y las promesas del mismo, te tienen con el corazón alegre.
Puedo ver que estas perdidamente enamorada.
Lástima que jamás te sentiste así conmigo

viernes, 12 de febrero de 2010

La clavadista

de Lucía Yépez Villafuerte

Todos los días por la tarde, frente a la ventana de mi recámara, me desnudo. Siempre, a esa hora, pasa un hombre con ojos de mar que voltea a verme, yo entonces subo al alféizar de la ventana alineo mis pies en la orilla, alzo los brazos y me lanzo con fuerza al vacío. Mi cuerpo se enreda y desenreda sobre sí mismo y penetra recto como una daga, abriéndose espacio entre las olas que salvajes se estrellan en esas pupilas, en el azul de esos ojos que me miran.

Talentoso

de Carolina Fernández

El tipo era raro. Morocho, con rastas hasta la cintura, mirada penetrante y una paciencia china que se traslucía en la suavidad con que manipulaba la pala. Parecía tener habilidad, y no fui la única que lo notó. Al cabo de unos instantes, un grupo observaba la construcción de aquel castillo de arena que parecía prometedor.
- Gótico - me susurró la mujer de malla blanca que estaba a mi lado
-¿Qué?
- Que es un castillo, Gótico. Soy historiadora
- Puede ser- medio que no me simpatizó mucho la intromisión del hombre alto con sombrerito de paja – Pero no responde al hieratismo geométrico de la figura escultórica de ese periodo.
-¿Qué dice?- preguntó la de malla blanca
- Que soy arquitecto y la base constructora se aleja del castillo medieval
- No es un castillo – aportó un petiso, que miraba fijo los movimientos del morocho- Para mí, es un edificio.Lo miraron como si fuese un bicho raro, y ni siquiera prestaron atención a sus palabras.
- No tiene torres- siguió el petiso
- Es claro que induce una percepción atemporal y simbólico dejando paso al progresivo naturalismo, característico de la época gótica- remató la de malla blanca
- Ni puente movedizo
- La forma de capitel define el estilo renacentista …- determinó el alto de sombrero

“¿De qué demonios hablan” pensé, sin entender una sola palabra. Quise meter bocado, pero terminamos envueltos en una acalorada confusión. Viendo que resultaba imposible llegar a entendernos, dimos media vuelta y nos dispersamos.El morocho con rastas, hizo los últimos retoques, acomodó la gorra recaudadora y colocó frente a su obra un cartelito señalador : “Torre de Babel”, decía.
Era muy bueno.

Cierto concierto

de Hobein el joven

Son unos ochenta músicos en la orquesta y veinte de ellos, mujeres. Pero solo tengo ojos para ella, ¡si acaso supiera que he cambiado mi abono para ver mejor sus piernas y oír mejor su violonchelo entre los ocho que forman hoy el elenco!.
Los hombres apoyan su instrumento en un ángulo inclinado, como si sentaran en su rodilla izquierda una lolita impertinente y tierna. Ella lo sostiene casi vertical, entre sus piernas desnudas, abrazándolo, inmovilizándolo, con los muslos. Las volines y violas de la orquesta suelen vestir con sus pantalones negros, de moderna etiqueta. Ella, violonchelo solista, siempre viste falda y abre el compás de sus piernas con generosidad. He necesitado dos temporadas para poder asegurar que, sin duda alguna, no lleva bragas. ¡Cuántas veces he soñado ser esa madera, barniz rojo, y ser envuelto por sus piernas! ¡Hasta he creído sentir la dulce presión en mis omoplatos del punzón de ébano, como el diapasón, de sus pezones!
Toca exhalando su desorden interno, su calor, su furor y así marca la raya sinuosa, de claroscuros de la pieza de La primera noche de Valpurgis de Felix Mendelssohn. Y mi excitación va en aumento, aunque eso debería ser ya algo familiar. Su mano maneja mi arco, de madera de Brasil, con inusitada furia, estamos en un allegro con fuoco, frotando las venas de Mongolia de mi prepucio sobre mi nervatura de titanio y haciéndome gemir. Alguien chista a mi lado. Apoya su dedo meñique, delicadamente, en mi glande. La obertura termina en este momento y ya suena el coro de los druidas (...)