viernes, 12 de febrero de 2010

Talentoso

de Carolina Fernández

El tipo era raro. Morocho, con rastas hasta la cintura, mirada penetrante y una paciencia china que se traslucía en la suavidad con que manipulaba la pala. Parecía tener habilidad, y no fui la única que lo notó. Al cabo de unos instantes, un grupo observaba la construcción de aquel castillo de arena que parecía prometedor.
- Gótico - me susurró la mujer de malla blanca que estaba a mi lado
-¿Qué?
- Que es un castillo, Gótico. Soy historiadora
- Puede ser- medio que no me simpatizó mucho la intromisión del hombre alto con sombrerito de paja – Pero no responde al hieratismo geométrico de la figura escultórica de ese periodo.
-¿Qué dice?- preguntó la de malla blanca
- Que soy arquitecto y la base constructora se aleja del castillo medieval
- No es un castillo – aportó un petiso, que miraba fijo los movimientos del morocho- Para mí, es un edificio.Lo miraron como si fuese un bicho raro, y ni siquiera prestaron atención a sus palabras.
- No tiene torres- siguió el petiso
- Es claro que induce una percepción atemporal y simbólico dejando paso al progresivo naturalismo, característico de la época gótica- remató la de malla blanca
- Ni puente movedizo
- La forma de capitel define el estilo renacentista …- determinó el alto de sombrero

“¿De qué demonios hablan” pensé, sin entender una sola palabra. Quise meter bocado, pero terminamos envueltos en una acalorada confusión. Viendo que resultaba imposible llegar a entendernos, dimos media vuelta y nos dispersamos.El morocho con rastas, hizo los últimos retoques, acomodó la gorra recaudadora y colocó frente a su obra un cartelito señalador : “Torre de Babel”, decía.
Era muy bueno.

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